Hay héroes, como los de la calle San Andrés, que van tirando. Pero casi todos vivieron tiempos mejores. Los centros comerciales golpearon a la tienda de barrio y la crisis ha acabado por darles la puntilla. Pero hay un hueco para la esperanza. La imaginación y la atención personalizada, la formación de los trabajadores, o la exclusividad, es el camino, o la travesía del desierto, según se mire, que deben atravesar quienes se arriesgan a abrir una tienda. Los lamentos no dan de comer. Como la unión hace la fuerza, los vendedores de A Coruña han decidido celebrar la primera asamblea general de toda su historia. Allí habrá vendedores de tomates y de discos, de zapatos y de ruedas. Son la tela de araña que sostiene a la ciudad. No estaría mal que los políticos, los que cada cuatro años dicen escucharan sus argumentos y sus demandas. En la supervivencia del ultramarinos de la esquina está la supervivencia de toda la sociedad.
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